12 octubre 2010

Recogerás lo que siembras




Una mañana una mujer bien vestida se paró delante de un indigente que estaba en la acera, quien lentamente levantó la vista... y miro a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas buenas de la vida. Su abrigo era nuevo. Parecía que nunca se había perdido una comida en su vida. Su primer pensamiento fue: Solo se quiere burlar de mi, como tantos otros lo habían hecho.

-Por Favor Déjeme en paz !!!.. .- gruñó el indigente

Para su sorpresa, la mujer siguió frente a él. Ella sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos deslumbrantes.

- ¿Tienes hambre? - preguntó ella.

- No. - contestó sarcásticamente - Acabo de llegar de cenar con el presidente ... Ahora vete.

La sonrisa de la mujer se hizo aún más grande.

De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el brazo.

- ¿Qué hace usted, señora? - preguntó el hombre enojado - ¡¡Le digo que me deje en paz !!

Justo en ese momento un policía se acercó.

- ¿Hay algún problema, señora? -le preguntó el oficial

- No hay ningún problema oficial - contestó la mujer - Sólo estoy tratando de ayudarle para que se ponga de pie. ¿Me ayudaría? le pregunto la mujer.

El oficial se rascó la cabeza… y respondió:

- Si, el Viejo Juan, ha sido un estorbo por aquí los últimos años. ¿Qué quiere usted con él?

- ¿Ve la cafetería de allí? - preguntó ella - Quiero llevarlo a comer alguna cosa y sacarlo del frío por un ratito.

- ¿Está loca, señora?dijo el oficial.

- ¡¡Yo no quiero ir !!dijo el indigente.

Pero entonces noto dos fuertes manos agarrándolo de los brazos y lo levantaron.

- Déjame ir oficial, yo no hice nada…

- Vamos Viejo, esta es una buena oportunidad para ti - el oficial le susurro al oído.

Finalmente aunque con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa de un rincón de la cafetería. Era casi mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado y el grupo para la comida aún no había llegado.

El dueño de la cafetería se acercó y les pregunto.

- ¿Qué está pasando aquí, oficial? ¿Qué es todo esto?

- Esta señora lo trajo aquí para que coma algo - respondió el policía.

- ¡Oh no, Aquí no! - respondió el dueño airadamente - ¡¡¡Tener una persona como esta aquí, es malo para mi negocio !!!

El viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes.


- Señora, se lo dije. Ahora, ¿va a dejarme ir ?. Yo no quería venir aquí desde un principio.

La mujer se dirigió al dueño de la cafetería y sonrió:

- Señor, ¿está usted familiarizado con Hernandez y Asociados ? la firma bancaria que está a dos calles?

- Por supuesto que los conozco - respondió el dueño con impaciencia - Ellos tienen sus reuniones semanales en una de mis salas de banquetes.

- ¿Y usted gana una buena cantidad de dinero con esas reuniones semanales? - pregunto la señora.

- ¿Y eso que le importa a usted?replico el dueño de la cafetería que estaba empezando a enojarse.

- Yo soy Penélope Hernandez, presidenta y dueña de la compañía.

- ¡¡Oh Perdón !! - respondió él.

La mujer sonrió de nuevo:

- Pensé que esto podría hacer una diferencia en su trato al menos por esta vez.

La señora entonces le pregunto al oficial que se contenía la risa

- ¿Le gustaría tomar con nosotros una taza de café o tal vez comer alguna cosa?

- No, gracias señora. Estoy en serviciorespondió el oficial.

- Entonces, ¿quizá una taza de café para llevar?

- Sí, señora… Eso sería mejor.

El gerente de la cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden.

- Voy a traer el café para usted de inmediato señor oficial.

El oficial lo vio alejarse. Y dirigiéndose a la señora añadió:

- Ciertamente lo ha puesto en su lugar.

- Esa no fue mi intención - dijo la señora - Lo crea o no, tengo una buena razón para todo esto.
Se sentó a la mesa frente a su invitado y lo miró fijamente...

- Juan ¿te acuerdas de mí?

El viejo Juan miro el rostro de ella, con los ojos lagañosos…

- Creo que sí, me es familiar.

- Mira Juan, quizá estoy más mayor, pero mírame bien, dijo la Señora... Tal vez me veas un poco mas llenita ahora... pero cuando tu trabajabas aquí, hace muchos años vine una vez, por esa misma puerta, muerta de hambre y frio.

Algunas lágrimas rodaron sobre sus mejillas...

- ¿Señora? - dijo el Oficial - no puedo creer lo que estoy oyendo, ni siquiera pensar que usted haya podido llegar a pasar hambre.

La señora hizo una gesto de silencio al oficial y continuo.

- Yo acababa de graduarme de la Universidad y vine a esta ciudad en busca de un trabajo, pero no pude encontrar nada.

Con la voz quebrantada la mujer continuaba:

- Pero cuando me habían echado de mi apartamento y solo tenía unas cuantas monedas, allá por el mes de febrero helado, caminaba por estas calles muerta de hambre y frio... Caminaba por las calles cuando entré en esta cafetería con pocas esperanzas de conseguir algo de comer.

Con lágrimas en sus ojos la mujer siguió hablando...

- Juan… tú me recibiste con una sonrisa.

- Ahora me acuerdo - dijo Juan. - Yo estaba detrás de la barra. Usted se acercó y me preguntó si podría trabajar a cambio de comida - explico Juan.

- Me dijiste que estaba en contra de la política de la empresa - continuó la mujer - Entonces, tú me hiciste el sándwich de carne más grande que había visto nunca... me diste una taza de café, y me fui a un rincón a disfrutar de mi comida. Tenía miedo de que te metieras en problemas. Luego, cuando vi que metías de tu bolsillo el dinero del precio de la comida en la caja registradora, supe entonces que todo iba a ir bien.

- ¿Así que usted comenzó su propio negocio? - pregunto el viejo.

- Si, encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro y fui subiendo con mi esfuerzo y trabajo duro. Eventualmente empecé mi propio negocio y prosperó - Ella abrió su bolso y sacó una tarjeta - Cuando termines aquí, quiero que vayas a hacer una visita al señor Martínez. Él es el director de personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura de que encontrará algún trabajo que tu puedas hacer en la oficina. Creo que incluso podría darte un adelanto, lo suficiente para que puedas comprar algo de ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está siempre abierta para ti Juan.

Las lagrimas brotaban por las mejillas de Juan:


- ¿Cómo voy a poder agradecerle todo esto? - preguntó.

- Al contrario, yo te agradezco lo que tú hiciste por mí en su momento - respondió la mujer.

Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron antes de seguir cada uno su camino.

- Gracias por toda su ayuda, oficial. - dijo la Sra. Hernandez.

- Al contrario - dijo el oficial - Gracias. Hoy vi un milagro, algo que nunca voy a olvidar. Y ... gracias por el café.


Cuando la vida o Dios te lleve al borde de un precipicio, confía plenamente y déjate llevar. Sólo 1 de 2 cosas va a suceder, o te sostendrá cuando tú te caigas, o te enseñara a volar!

Pero recuerda… cosechamos lo que sembramos.

El Universo entero conspira para que tus sueños se hagan realidad.