28 agosto 2011

La cremallera.

(Imagen tomada de la red)

Cuando el autobús se detuvo a recoger a los pasajeros ella se dio cuenta
de que su falda era demasiado estrecha para permitirle dar el paso para subir.

Algo avergonzada le sonrió al conductor y llevó la mano hacia atrás y

bajó un poco la cremallera de la falda pensando que tal vez eso ayudaría...
Intentó subir, pero no pudo.

Sintiéndose todavía más avergonzada, bajó la cremallera un poco más y

volvió a intentar subir al bus, pero sin éxito.
Casi llorando de la vergüenza bajó del todo la cremallera y
de nuevo no pudo subir al autobús.

Entonces un tipo alto que estaba detrás de ella en la fila la levantó

por la cintura y la subió al autobús.
Furiosa, ella se volvió hacia el buen samaritano y le gritó,
"¿Cómo se atreve a tocarme? ¡Yo a usted no lo conozco!"

El hombre con una amplia sonrisa, dijo suavemente.

"Bueno, señora, yo normalmente no hago esas cosas,
pero después de que usted me bajó 3 veces la bragueta,
me figuré que ya éramos amigos".